Origen del Kombucha
El té de Kombucha ha existido por cientos de años, legado por generaciones en Asia, Rusia y Europa (Cvetković et al., 2008). El origen se remonta a una época en la que el consumo de bebidas con vinagre era cotidiano, siendo parte vital de la vida diaria para brindar fuerza e hidratación.
La documentación más antigua data de China en el año 220 Antes de Cristo, durante la Dinastía Tsin, donde era utilizada por sus propiedades desintoxicantes y energéticas. Se sabe también que en el año 414 llegó de Korea hacia Japón para tratar los problemas digestivos del emperador (Dufresne & Farnworth, 2000). El “té de Kombucha” ha utilizado en la medicina tradicional de muchas culturas mas, reportando mejoras a la salud del organismo, aumento de la concentración, disminución del exceso de peso y aumento de la vitalidad del organismo (Kaczmarczyk & Lochyńsk, 2014).
Su contenido de Vitaminas B (B1, B2, B3, B6, B12), Vitamina C, ácido fólico, componentes minerales, glucosa, fructosa, etanol (0.5 a 1.5% aproximadamente), glicerol, dióxido de carbono, enzimas, contenido de gluconolactona, catequinas y cafeína, ha dado raíz a mucho interés e investigación (Kaczmarczyk & Lochyńsk, 2014). Las principales investigaciones del “té de Kombucha” giran en torno a su actividad antioxidante, en las propiedades anti-cancerígenas reportadas, en su efectividad para combatir la arterioesclerosis y en su capacidad de aumentar el sistema inmunológico (Dufresne & Farnworth, 2000).
Además de las investigaciones entorno a la salud, existen investigaciones complementarias acerca de cómo utilizar el desecho de producción generado por su elaboración, la celulosa bacteriana, como un compuesto de interés en la Industria Alimenticia; usado como aglutinante alimenticio, estabilizador y complemento de una gran variedad de productos (Goh et al., 2012 ); su utilización en terapias para la piel como factores nutricionales de la misma o su uso como piel temporal en caso de quemaduras y otros injertos de piel (Dufresne & Farnworth, 2000).